Imagina que un día te despiertas y te dicen que te van a echar de tu casa y que ya no tienes derecho a quedarte en la tierra en la que has vivido durante años. Y además, si te niegas a irte, vendrán unos matones a sueldo para echarte a la fuerza.
Afortunadamente, la mayoría de nosotros nunca pasaremos por una situación tan espantosa. Sin embargo, para muchas de las comunidades de los países en vías de desarrollo es un escándalo que cada vez es más frecuente. Es lo que se conoce como acaparamiento de tierras, un acuerdo tomado a puertas cerradas que generalmente tiene como consecuencia que los agricultores se vean obligados a abandonar sus casas y a condenar a sus familias a pasar hambre.
Desde la subida generalizada del precio de los alimentos en 2008, el acaparamiento de tierras se han convertido en un fenómeno cada vez más frecuente. La demanda de tierras se ha disparado como resultado de la procura de lugares donde cultivar alimentos para la exportación, producir biocombustibles o simplemente especular con el valor de las mismas por parte de los inversores. Pero en muchos casos, esas tierras obtenidas como terrenos "sin uso", "en mal estado" o "sin explotar" son las que trabajan las familias pobres para cultivar sus alimentos. Entre 2008 y 2009, el Banco Mundial catalogó 450.660 km2 de tierras adquiridas en países pobres, un área del tamaño de Suecia.
En un gran número de ocasiones se echan a familias por la fuerza de sus tierras y se incumplen las promesas de compensarlas económicamente o el trato ofrecido resulta injusto. Incluso después de firmado el contrato, no existe garantía alguna de que el acuerdo sobre las tierras siga adelante según lo estipulado. Un estudio llevado a cabo por el Banco Mundial reveló que en zonas de África oriental, solo 16 de 46 proyectos se estaban desarrollando según lo previsto (los demás, quedaron en el tintero o bien se realizaron a expensas de los pequeños agricultores). En Mozambique, tan solo la mitad de los proyectos funcionaban según lo planeado.
No resulta estrictamente un problema el hecho de que las empresas inviertan en tierras de países pobres con un fin comercial. Pero cuando esto conlleva que se echen a las familias de las tierras de las que dependen para su sustento sin ni siquiera consultárselo o sin darles a cambio una compensación adecuada, un hecho que cuando deriva en la reducción de la producción de alimentos se convierte en un gran problema.
Acaparamiento de tierras, un escándalo creciente | Blogs de Oxfam Internacional
Afortunadamente, la mayoría de nosotros nunca pasaremos por una situación tan espantosa. Sin embargo, para muchas de las comunidades de los países en vías de desarrollo es un escándalo que cada vez es más frecuente. Es lo que se conoce como acaparamiento de tierras, un acuerdo tomado a puertas cerradas que generalmente tiene como consecuencia que los agricultores se vean obligados a abandonar sus casas y a condenar a sus familias a pasar hambre.
Desde la subida generalizada del precio de los alimentos en 2008, el acaparamiento de tierras se han convertido en un fenómeno cada vez más frecuente. La demanda de tierras se ha disparado como resultado de la procura de lugares donde cultivar alimentos para la exportación, producir biocombustibles o simplemente especular con el valor de las mismas por parte de los inversores. Pero en muchos casos, esas tierras obtenidas como terrenos "sin uso", "en mal estado" o "sin explotar" son las que trabajan las familias pobres para cultivar sus alimentos. Entre 2008 y 2009, el Banco Mundial catalogó 450.660 km2 de tierras adquiridas en países pobres, un área del tamaño de Suecia.
En un gran número de ocasiones se echan a familias por la fuerza de sus tierras y se incumplen las promesas de compensarlas económicamente o el trato ofrecido resulta injusto. Incluso después de firmado el contrato, no existe garantía alguna de que el acuerdo sobre las tierras siga adelante según lo estipulado. Un estudio llevado a cabo por el Banco Mundial reveló que en zonas de África oriental, solo 16 de 46 proyectos se estaban desarrollando según lo previsto (los demás, quedaron en el tintero o bien se realizaron a expensas de los pequeños agricultores). En Mozambique, tan solo la mitad de los proyectos funcionaban según lo planeado.
No resulta estrictamente un problema el hecho de que las empresas inviertan en tierras de países pobres con un fin comercial. Pero cuando esto conlleva que se echen a las familias de las tierras de las que dependen para su sustento sin ni siquiera consultárselo o sin darles a cambio una compensación adecuada, un hecho que cuando deriva en la reducción de la producción de alimentos se convierte en un gran problema.
Acaparamiento de tierras, un escándalo creciente | Blogs de Oxfam Internacional
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